domingo, 18 de noviembre de 2007

Las miniaturas y los vitrales


Al lado: El mes de mayo. Página del Calendario del libro LAS MUY RICAS HORAS DEL DUQUE DE BERRY, de los hermanos Limbourg.(1411-1416), Muso Condé. Chantilly, Francia




Las Miniaturas





En los manuscritos y libros ilustrados de la Edad Media, las miniaturas consistían en pinturas o dibujos de figuras pequeñas, incluidas o no en escenas o composiciones, las cuales, en su caso, representaban diversos temas propios de su etapa histórica, como los temas de carácter sacro, similares a los que llenaban los vitrales de las catedrales e iglesias en el arte románico y en el primer arte gótico. Al final del periodo gótico ya en el umbral del Renacimiento o la Edad Moderna, los manuscritos ilustrados se llenan de temas civiles : profanos y galantes, a la vez que alcanzan su mayor apogeo con un nivel de calidad excelente y una amplia difusión internacional, principalmente a través de las cortes de la nobleza europea.




En los márgenes de las páginas de los manuscritos era frecuente que las distintas escuelas de pintura incluyeran distintos motivos ornamentales, los más conocidos son los dibujos y composiciones encajadas en las letras iniciales o los dibujos que separan las columnas de texto mediante motivos que representan : arquitecturas pintadas, varios dibujos de arabescos o de tallos con formaciones vegetales que se enroscan por los márgenes de las páginas.












Los manuscritos ilustrados






La ilustración de manuscritos se inició en el Antiguo Egipto, hacia el 2000 adC, con el denominado Libro de los Muertos. Estos se realizaban por encargo de faraones, nobles, o sacerdotes y contenían oraciones e instrucciones sobre cómo deberían comportarse los difuntos en el más allá. En ellos se representaban los momentos más importantes del ritual de entierro, embalsamamiento, el pesaje simbólico del alma, y la presentación ante Osiris.


Los escribas de Alejandría, probablemente, se inspiraran en la técnica de estos rollos ilustrados al copiar los manuscritos destinados a la gran biblioteca, incluso para la posible versión miniada del Antiguo Testamento, traducido en Alejandría, del hebreo al griego, así como los redactores de manuscritos miniados bizantinos posteriores.






El arte de pintar miniaturas y de ilustrar los libros tuvo un papel relevante en el desarrollo de la pintura románica y gótica, así como en otras etapas de la Historia de la Pintura.


Los grandes nombres del arte de las miniaturas y los libros ilustrados están vinculados a los talleres de ilustradores franceses o flamencos como Jean de Poucelle, Jaquemart de Hesdin o los hermanos Limbourg; y a pintores toscanos como Simone Martini y otros. Durante la etapa de la pintura gótica, los libros son obras que facilitan el intercambio cultural y consecuentemente la difusión de las corrientes artísticas por las Cortes y otros centros artísticos de toda Europa. Son justamente destacados libros como el Breviario de Felipe el Hermoso, el Salterio de San Luís, el Salterio de la Reina Mary y el libro de Las muy Ricas Horas del Duque de Berry de los hermanos Limbourg.






En España, los manuscritos ilustrados más antiguos datan del siglo XI en el primer Románico, son la Biblia de Ripoll procedente del Monasterio de Ripoll y la Biblia de San Pedro de Roda procedente del antiguo Monasterio de San Pedro de Roda, ambos monasterios se hallan en Cataluña, pero los libros actualmente están : el primero en la Biblioteca Vaticana y el segundo en la Biblioteca Nacional de París.


Otros libros ilustrados procedentes de los antiguos reinos de la Península Ibérica son :
’’
Liber Testamentorum’’ de la catedral de Oviedo, realizado en el siglo XII por encargo del obispo Pelayo, con extraordinarias miniaturas ejecutadas a toda página, con una completa gama de colores y abundantes añadidos de oro y plata. La colección de Códices de las obras de Alfonso X el Sabio, repletas de escenas narrativas sobre temas variados constituyen un valioso testimonio de su época.





El arte de los retratos en miniatura






Los retratos en miniatura, así como otros géneros en miniatura (escenas cortesanas, paisajes...), , se desarrollaron a partir del siglo XVI. Consistían en retratos o pequeños cuadros encajados en diversos objetos como medallones, relojes de sobremesa, joyeros u otros objetos similares. El marco de los retratos, con frecuencia es un medallón ovalado.


Este nuevo tipo de pintura en miniatura se realizaba en una gran variedad de técnicas pictóricas como óleo sobre cobre, estaño, esmalte o marfil, aguadas sobre pergámino o cartulina, o desde el Siglo XVIII acuarelas o aguadas sobre marfil. Grandes pintores como Goya y Fragonard hicieron de los retratos en miniatura una faceta más de su actividad. Hubo pintores que se dedicaron a este arte casi en exclusividad. En el siglo XIX, con el desarrollo de la fotografía se inició la decadencia de este arte.




En Inglaterra se desarrolló como una forma o técnica independiente del resto de la pintura, a partir de la obra de pintores como Holbein el joven, Isaac Oliver y S. Cooper el cual alcanzó, en este arte, la perfección. En Francia tuvieron relevancia pintores como J. Petitot que retrato en forma exquisita al rey Luis XIV y a los personajes de la Corte, así como Jacques Augustin o J.B. Isabey en la etapa de Napoleón. El retrato ovalado del Archiduque de Carlos de Austria, (pretendiente al trono de España cuando la Guerra de Sucesión), obra de Pere Crosells, destaca en la producción del Reino de Valencia que fue uno de los tomaron partido por él.












Los vitrales






Arriba: vitral de MOISES EN EL MONTE SINAI Y MOISES ANTE EL FARAON.
Detalle en dos lóbulos de una vidriera de la catedral de Colonia, Alemania.
Segunda mitad del siglo XIII
El arte de las vidrieras
Las vidrieras ya eran usadas en las iglesias de la época románica pero llegan a su apogeo en la arquitectura gótica y van generalizándose desde el siglo XIII. Presentan en este siglo, como en el anterior, la forma de mosaico en el fondo, con varios compartimentos o medallones de figuras en serie de arriba abajo, representándose en cada uno algún asunto religioso, histórico o simbólico, pero sin llevar más de un color cada fragmento de vidrio (salvo el esmalte de colo gris o negruzco que se añade para trazar algunos perfiles y contornos de figuras). En el siglo XIV, dichos compartimentos se hacen de mayor tamaño, lo mismo que las figuras, las cuales se van situando aisladas dentro de su ojiva y debajo de un doselete y se tiende a imitar con ellas algo mejor el natural, añadiéndoles el claroscuro de esmalte gris y a veces el color amarillo mediante el amarillo de plata. En el siglo XV y principios del XVI, las imágenes son todavía mayores y están como encerradas en templetes góticos, erizados de torrecillas y además de los colores gris y amarillo, añadidos por el esmaltado del vidrio, se introduce a veces el color encarnado, también por el mismo procedimiento y se usan vidrios dobles (incoloro uno y coloreado el otro) para modificar el color del fragmento respectivo.


En el siglo XVI, se elaboran vidrieras de una pieza con vidrio incoloro, pintándolas con esmalte gris (grisallas) y a mediados del mismo siglo se inventa el modo de esmaltar de diferentes colores un trozo cualquiera de vidrio lo que dio por resultado el disponer de vidrieras como si fueran lienzos o tablas de pintura, economizando así muchos accesorios de plomo para armar las piezas. Esta clase de vidrieras mucho menos transparentes y brillantes que las de la época anterior, pertenece ya al estilo renacentista y se distingue, además de lo dicho, por la soltura y libertad con que apareecen las figuras desligadas de templetes y combinadas con escudos heráldicos, etc.
Entrado ya el
siglo XVII, van sustituyéndose por mosaicos geométricos de vidrios de colores las hermosas vidrieras precedentes, desapareciendo así el verdadero arte que tanto brilló en la Edad Media.


Escasas pueden contarse las vidrieras historiadas de los siglos XVII y XVIII. En el XIX, se imitan las obras de los anteriores con variados gustos, desde el románico del siglo XII al del renacimiento del XVI.En España, destacan por su antigüedad y mérito las siguientes: las vidrieras de la catedral de León, pertenecientes a todas las épocas del estilo ojival, con otras del siglo XV en las catedrales de Toledo, Burgos, Avila y Barcelona. Del siglo XVI, son notables las de Sevilla y Oviedo y tampoco carecen de interés cuatro vidrieras de la iglesia principal de Cervera (Lérida). Del siglo XVII, se encuentran algunas de las catedrales de Sevilla y Segovia.
Se consideran como las mejores del mundo las vidrieras de la
catedral de Chartres, seguidas de las de París, Estrasburgo, Colonia, etc. del siglo XIII.


Vidrieras románicas



El arte de las vidrieras se desarrolló en les iglesias de la Isla de Francia ya durante el románico: en el coro gótico de la catedral de Le Mans con sus vitrales del siglo XII que contienen representaciones de las artes y oficios, y la vidriera románica de la Ascensión del siglo XI (la más antigua de Europa en un edificio religioso), en las catedrales de Sens o de Sant Pedro de Poitiers, con su vidriera de la Crucifixión y en la Basílica de Sant Denis en París con sus vidrieras del La infancia de Jesús, El árbol de Jesse, etc. , se dan los ejemplos más destacados de este arte durante la transición del románico al gótico. Estos vitrales tienen una gama cálida y brillante, sus composiciones siguen las leyes del encaje superficial en series de motivos geométricos equivalentes como: medallones, lóbulos etc.



Vidrieras góticas



Los vitrales, por el lugar que toman en las iglesias y catedrales es, en la Francia del siglo XIII, la verdadera Pintura Gótica. Los vitrales sustituyen a la pintura mural que se había desarrollado ampliamente durante el periodo románico pero que en el gótico quedó como un arte complementario. El arte de los vitrales se convierte en el arte hegemónico del color y del dibujo, toma las funciones simbólico-docentes de la pintura mural con sus completos programas iconográficos que hicieron converger a la mayor parte de los talleres y centros artísticos europeos, principalmente de Francia, en el dibujo de los cartones que es el paso previo para la realización de una vidriera.


La catedral gótica evoca la imagen de la Jerusalén Celestial y constituye la obra colectiva de los habitantes (burgeses) de las ciudades de la Baja Edad Media. Cada nueva generación de albañiles y artesanos, al tomar el relevo de la generación anterior, hará avanzar la construcción del presbiterio o de las capillas laterales y del crucero etc. Cada nueva iglesia o catedral hará sus naves más altas que las anteriores, suprimiendo progresivamente el muro de fábrica y sustituyéndolo por lo que se ha denominado el muro translúcido, es decir, por los amplios ventanales con vitrales de color que proporcionan al interior de las iglesias y catedrales una atmósfera cálida, coloreada e irreal donde los fieles pueden sentirse seguros al amparo de la Iglesia mientras contemplan la "luz de esencia divina" tal como decía el abad Sugger que fue quien impulsó la construcción de los vitrales del coro de la Basílica de Saint-Denís de París, mediado el siglo XII.


EL arte de las vidrieras domina sobre las demás técnicas de pintura a las que impone sus leyes: la composición enmarcada en medallones, nichos u otros compartimentos, los colores vivos y saturados, las formas delimitadas y precisas, etc.; son pautas estéticas que hallamos también en las ilustraciones de libros y miniaturas ampliamente difundidas por Europa. Este predominio de la vidriera tiene su excepción en Italia, donde la tradición muralista no se había interrumpido desde la antigüedad, o en otros lugares que como Cataluña acusaban desde el románico las influencias italianas.


Sus temas son tomados del Antiguo y Nuevo Testamento, las historias de la Virgen María y de los santos así como las representaciones de las actividades gremiales o escenas de la vida cotidiana, las cuales, progresivamente suben también a lo alto de los vitrales de las catedrales.
Al avanzar el estilo se modificó la técnica con una nueva gama de color basada en los
fondos incoloros o grises, en los tonos quebrados y los temas más humanizados. La invención del color amarillo de plata llevará al arte de los vitrales, durante el siglo XIV, a un preciosismo dorado y a una ligereza que constituye su culminación.




El arte gótico se expandió por Europa durante la primera mitad del siglo XIII, alcanzando su plenitud hacia la década de 1260 cuando se terminan las catedrales de Beauvais en Francia, de Colonia en Alemania y de León en España. Es en esta etapa clásica cuando la arquitectura se hace más compleja: las naves se elevan hasta alturas jamás alcanzadas, los arbotantes se duplican para sostener estas bóvedas tan elevadas y los pináculos se vuelven más voluminosos. En esta etapa las portadas pasan de las tres clásicas de Reims o Amiens a las cinco portadas de Bourges o León. Los ventanales dejan de ser perforaciones en el grueso del muro para transformarse en entrepaños translúcidos, llenos de vidrio entre tracerías o encajes de piedra.




Vidrieras contemporáneas



En el siglo XX, el arte moderno representado por Chagall, Roualt y otros grandes pintores, volverá a diseñar cartones para confeccionar vitrales, que continuarán teniendo su lugar en la Historia de la Pintura.



Técnicas de elaboración



Técnica antigua para poder realizar dibujos de vitrales: a partir de los cartones dibujados por los talleres artísticos, en la realización de un gran número de trozos de vidrio que son tintados de color en su propia masa y realzados con trazos de grisalla para ser finalmente unidos con tiras de plomo que delimitan las figuras y aíslan los diferentes colores manteniendo su valor. La masa de vidrio llena de burbujas e impurezas actúa sobre la luz rompiéndola en mil destellos de color. La propia técnica, para no diluir las figuras con la irradiación de los ventanales, impone una composición llena en un espacio sin profundidad, y un dibujo preciso con una cierta riqueza de color.

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